lunes, 13 de julio de 2020

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (Haruki Murakami)


Sinopsis: dos historias paralelas se desarrollan en escenarios de nombre evocador: una transcurre en el llamado 'fin del mundo', una misteriosa ciudad amurallada; la otra, en un Tokio de un futuro quizá no muy lejano, un frío y despiadado país de las maravillas. En la primera, el narrador y protagonista, anónimo, se ve privado de su sombra, poco a poco también de sus recuerdos, e impelido a leer sueños entre unos habitantes de extrañas carencias anímicas y unicornios cuyo pelaje se torna dorado en invierno. En la segunda historia, el protagonista es un informático de gustos refinados que trabaja en una turbia institución gubernamental, enfrentada a otra organización no menos siniestra en una guerra por el control de la información; sus servicios son requeridos por un inquietante científico que juguetea con la manipulación de la conciencia y de la mente y vive aislado en la red de alcantarillado, una red poblada por los tinieblos, tenebrosas criaturas carnívoras. (http://www.casadellibro.com/)

Impresiones: vuelve el Murakami más auténtico, en estado puro, lo que es una alegría, pues después de haberme leído Después del Terremoto acabé con un sabor agridulce, con cierta desgana y miedo de que hubiera dejado de gustarme el maestro Murakami Haruki. Con este libro volvemos al simbolismo y a aquello que hace al escritor japonés tan diferente: su modo de escribir, directo, pero a la vez con muchos mensajes ocultos.

En esta ocasión, se trata de dos historias paralelas muy diferentes entre sí: por una parte tenemos El despiadado país de las maravillas, que se asemeja mucho a nuestro mundo actual pero con ciertos toques de ciencia ficción y por el otro, El fin del mundo, que parece un lugar apartado de todo, más rústico que el nuestro y conformado con gente pacífica donde nada es lo que parece.

A pesar de que el final es más cerrado de lo que podría esperarse del japonés, no te quedas con una sensación del todo buena y no por la calidad del mismo, sino por su contenido. Es un final relativamente inesperado en ambos casos. Además, cabe destacar también que en los dos relatos, aunque sobre todo uno de ellos, son algo confusos, porque si Murakami en sí mismo no es precisamente liviano, Murakami hablando de ciencia ya es otro mundo y se ve que no estoy preparada para él de momento.

Sobre Murakami siempre diré lo que le digo a cualquiera que quiera escucharme, el mensaje que a mí me llega me gusta. Quizás no es el que le llegue a otras personas o, directamente, a cada uno le llegue uno diferente, pero esa esa la magia del autor de otras obras como Kafka en la orilla o Tokio Blues. Lo cierto es que esa capacidad (también la tiene en Después del terremoto, pero no ha sido de mis favoritos) no la pierde nunca, ni tampoco su frescura o su capacidad para contar historias de un modo diferente.

Queda Murakami para rato.

Nota: 8, vuelve Murakami tan auténtico como siempre.

1 comentario:

¿Qué te ha parecido?

Síguenos en Twitter Síguenos en Facebook Síguenos en Instagram