miércoles, 27 de febrero de 2019

Mi madre

Maldita sea. Las voces han vuelto. Creía que se habían marchado para siempre, que había sido más fuerte que ellas y había sido capaz de ahuyentarlas. Sin embargo, han regresado, y parece que lo han hecho con más poder que nunca. Con más ganas de hacerme sufrir. 

La más ronca parece enfadada conmigo, como si hubiera cometido un pecado imperdonable. La que habla como un niño pequeño no para de llorar, parece triste y asustada. Mientras que la que tanto me recuerda a aquella a la que perdí derrocha decepción por los cuatro costados. 
Puedo escucharla echándome en cara cosas que ni siquiera sabía que hubiera hecho, errores que no era consciente que fueran tales. Aprieto la mandíbula, sintiéndome torturado por los recuerdos. He fallado, una y mil veces, y sé que no soy suficiente para enmendarlos. Lo he intentado, llevo haciéndolo mucho tiempo, pero ellas siempre vuelven. 


De pronto oigo una cuarta voz. Una que, en principio, no consigo ubicar y que hace callar al resto con una autoridad indescriptible. Es de mujer, pero no es la de aquella a la que decepcioné. Es la voz de una señora madura, inflexible. Despego la boca, destensando por completo mis dientes y entonces la reconozco. Es mi madre. 

Quien consigue levantarme cuando ya nadie cree en mí. La que siempre tiene un poso de candor esperando a entrar en acción. Aquella que defendería a capa y espada a su camada de cualquier mal. Mujer fuerte, mujer poderosa que ha hecho todo y más. Es por ella que las voces vuelven a quedar a oscuras y regreso a la luz. 

Gracias, mamá. Por todo.

1 comentario:

  1. Hola me ha encantado el relato, y creo que para todos nuestra madre es nuestro soporte y una persona incondicional en nuestras vidas. Saludos.

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