jueves, 23 de abril de 2020

23 de abril de 2011

23 de abril de 2011. El día en el que todo cambió. El día en el que el mejor padre que podría haber deseado se convirtió en una luz más en el cielo que adorna nuestras cabezas. Han pasado nueve años y no hay día en el que no piense en él. Sé que estará siempre en mi recuerdo, pase el tiempo que pase, y por eso tengo un recuerdo por escrito cada año. Porque, esté donde esté, no quiero que olvido que fue, es y será querido.


No me gusta entrar en detalles. Eso lo dejo para la intimidad. A pesar de ello, y de todo, al menos se fue en un día bonito. Con los libros como protagonistas. Esos que tanto le gustaban. Además, ese año estábamos en Semana Santa, otra de sus pasiones. No es que duela menos por todo esto. Aunque, con el tiempo, sensación se vuelve más dulce. Porque, al final, te quedas con los buenos recuerdos. Con las alegrías y los consejos. Así eres capaz de seguir adelante.

Lo haces porque sabes que es lo que él quería. Porque siempre nos dijo que la vida era para exprimirla, para disfrutarla y para ser felices. Por ello lucho, por ello intento animarme y en estos últimos tiempos dejar de pensar. Él se hubiera tomado bien esta situación. Estoy segura. Hubiera sonreído y nos hubiera dicho a todos que tuviéramos paciencia. Que nos cuidáramos. Y esto tenemos que hacer ahora. Cuidarnos. Cuidarnos mucho.

Cuidaos y cuidad de vuestros seres queridos. Demostrarles lo mucho que os importan, lo mucho que los queréis, porque la vida es breve y hay que aprovecharla queriendo. Queriendo con ganas. Mientras yo vuelvo a hacer este homenaje el 23 de abril.

1 comentario:

  1. Sin duda, un bonito homenaje, y más teniendo en cuenta que era un gran lector.
    Lo mejor es quedarse con lo bueno, está claro =)

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