El tiempo pasa volando. Cada vez lo tengo más claro. Un parpadeo y el hoy se vuelve ayer, el mañana se convierte en presente. Un guiño y ya han transcurrido diez años desde que nos despedimos. Una década sin ti. Sin tu calor, sin tu risa, sin tu presencia. Y aunque cada vez lo bueno pese más, cada año el 23 de abril se me para el tiempo.
Pienso en lo mucho que te echo de menos. A cada momento. En todo lo que me gustaría contarte. En lo contento que te pondrías con los cambios que han llegado y los que pronto se producirán. Pienso en ti cada día y te recuerdo con cariño. Con infinito amor.
Una ternura que disuelve el nudo que a veces me atenaza el estómago y hace aflorar una sonrisa a mis labios. Porque siempre hay un bonito recuerdo o una canción que me trae de vuelta a ti.
Pienso en lo mucho que te echo de menos. A cada momento. En todo lo que me gustaría contarte. En lo contento que te pondrías con los cambios que han llegado y los que pronto se producirán. Pienso en ti cada día y te recuerdo con cariño. Con infinito amor.
Una ternura que disuelve el nudo que a veces me atenaza el estómago y hace aflorar una sonrisa a mis labios. Porque siempre hay un bonito recuerdo o una canción que me trae de vuelta a ti.
Te echo de menos. Hoy y siempre.
Feliz Día del Libro, papá.
Feliz Día del Libro, papá.
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