sábado, 27 de agosto de 2022

Hogar oscuro

Caminaba, etérea y solitaria, por aquel cementerio que hacía años que nadie visitaba. Su sombra, otrora la de una dama, ahora la de una bestia descarnada, aparecía y desaparecía oculta por las tumbas sin nombre. Apenas hacía ruido mientras paseaba sin prisa. De hecho, era como si todo a su alrededor se hubiera detenido para acomodarse al silencio de sus pies descalzos.


La tela negra del vestido arrastraba por el suelo, pero ni tan siquiera su roce en la hierba producía sonido alguno. Una sonrisa se dibujo en sus labios color carmesí manchados de sangre. El velo translúcido tan solo los insinuaba, aunque sus ojos del color de las llamas brillaban con fuerza. Como a plena luz del día.

Aunque hacía años que ella no tenía el privilegio de disfrutar de los rayos del sol.

Habitualmente no tenía necesidad de apresurarse. La eternidad era muy larga, pero la maldición que pesaba sobre su alma en pena la obligaría pronto a resguardarse. Chasqueó la lengua al recordar que no tenía tanto tiempo como hubiese deseado y emprendió el camino al mausoleo que se había convertido en su hogar.

La oscuridad, esa que la acompañaba desde hacía tanto tiempo, la recibió con dulzura y ella no pudo más que dejarse caer en sus brazos. Como llevaba haciendo desde aquella noche tan lejana que la había cambiado para siempre.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido?

Síguenos en Twitter Síguenos en Facebook Síguenos en Instagram