Se me olvidó quererme.
No recordé decirme lo que valgo, lo que aporto.
Se me pasó valorarme y volví a compararme.
Con gente tan válida como yo.
Perdí otra vez.
Inseguridad, negatividad, ansiedad...
Son mis rutinas, mis incondicionales.
No me dejan vivir. Me devoran por dentro.
Me repiten el escaso talento que poseo.
Que jamás conseguiré alcanzar mis sueños.
Que el tiempo se acaba.
¿Será mejor dejar de luchar?
Nunca. Jamás.
Si me caigo mil veces me levantaré dos mil.
Cuando mis tres tormentos intenten destruirme les haré frente con mi corazón.
Con mi perseverancia.
Son fuertes, pero yo tengo algo con lo que no cuentan.
Tengo esperanza.
Para todos los que luchan: no estáis solos.
Vamos a conseguirlo.
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