Sant Jordi, San Jorge, el santo que acabó con el dragón.
Día de lectores y escritores. Día de intercambiar libros y flores.
Regalos con olor a tinta y a primavera. Con sabor a sol y quizás a lluvia.
Jornada de encuentro y, al menos para mí, también de recuerdo.
Los años pasan (ya van ocho) y aunque, poco a poco, la tristeza da paso a los buenos recuerdos, es imposible no pensar en ti en un día tan señalado como hoy. ¡Cómo te gustaban los libros, cómo disfrutabas cuando encontrabas alguna pequeña joya escondida en las librerías de viejo de Cádiz! Ese es uno de los magníficos regalos que supone parecerse a ti. Disfrutar de la lectura.
Por eso esta entrada va por ti. Estoy segura que allá donde estés (entre nubes y halos de luz, sin duda) habrá una gran biblioteca. Tomos de Física y Matemáticas no faltarán, porque eran tus favoritos. Pero también sé que habrá espacio para alguna que otra historia llena de fantasía. Una que te recuerde a mí, a mi incapacidad para entender las ciencias, a aquel cuaderno verde que compraste para mí, las charlas sobre cualquier tontería...
Lo que quiero decir, papá, es que te echo de menos.
Hoy y siempre.
Disfruta mucho de los libros y las rosas.
Te quiero.
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