Muy buenas, mis queridos soñadores.
Ya estoy de vuelta por aquí. De hecho, desde el pasado martes ya tenéis disponible el relato mensual. Pero antes de dar por finiquitado el verano me gustaría hablaros de mi último viaje a mi querido sur. Lo cierto es que me ha venido muy bien cargar las pilas para luchar, con más fuerza si cabe, por mis sueños.
En esta ocasión han sido unas dos semanas las que he pasado en mi querido San Fernando (Cádiz). Aunque no voy a aburriros con grandes detalles si que me gustaría comentaros que este viaje ha venido muy cargado.
Por un lado, ha sido muy familiar, con eventos, visitas, comidas y mucho cariño. Estando lejos echo mucho de menos a mis seres queridos y esta vez he podido gozar de ellos al máximo. Mi madre me ha hecho mis comidas favoritas y he aprovechado para disfrutar de las delicias de mi tierra.
También de los amigos. He tenido varias quedadas con mi gente de la islita, de Sevilla y de japonés. He reído, comido, cantado, conocido a los recién llegados y también descansado la mente. Lo de ser tan reflexiva no es tan interesante como cualquiera podría pensar. Os lo aseguro.
Lo que en esta ocasión no he hecho demasiado (tan solo una vez) ha sido ir a la playa. Primero por temas de agenda y segundo porque el clima no ha ayudado. Como se dice en mi tierra «saltó el levante» y cualquier intento de disfrutar del mar y la arena se quedó en nada.
Otra de las cosas que pasó estos días (y para nada la menos importante) fue que mi chico y yo hicimos 18 años juntos y me regaló muchas cosas: los dos primeros libros de la trilogía de Helena Lennox de Victoria Álvarez, chocolate de Mr Wonderful, un altavoz para el móvil y una taza de Dean Winchester de Supernatural. Ese día fuimos a cenar y a tomar una copa y fue maravilloso.
Como habéis podido leer han sido unos días muy bien aprovechados. Ahora solo queda volver a la rutina.
¡Un abrazo!
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